Retomamos una arcilla que se ha venido trabajando desde hace siglos en la Península Ibérica. Desde la zona de Tarragona hasta Portugal, no son pocos los vestigios de cerámica negra y los lugares en la que se trabajaba y aún se encuentra. Si bien, en este caso, nos hemos decantado por la cerámica negra asturiana, y por su artesano Manuel Rodríguez, quien ha realizado estos tres contenedores en exclusiva para Tempo. Estos contenedores sudan desde el inicio. La porosidad de la cerámica hace que la vela rezume ligeramente la cera por sus paredes externas, dotando un mayor aroma, a la vez de un efecto visual único, por lo brillante. Podríamos haber optado por otras opciones, incluso haber corregido la porosidad, através de su vidriado o esmaltado, pero habiendo analizado y testeado innumerables contenedores de cerámica, este nos parece tan único, como original. Es un ejemplo de cerámica española sin vidriar, en este caso con la arcilla negra y las manos de Manuel como protagonistas. Es necesario poner debajo de la vela una toallita o un plato que salve la superficie que sirva de base del contacto con la cera sudada. La cerámica negra se produce en el proceso de cocción, al ahogar el horno, la pérdida de oxígeno en la pieza produce que pierda su pigmentación original.